Cuando descubres que tu camino es la Medicina Felina es un momento extraordinario, de repente, sientes que fluyes, que las horas de más que hagas para descubrir que le pasa a tu paciente felino no importan, solo quieres saber más y más, asistir a formaciones inspiradoras, leer libros donde parecen estar casi todas las respuestas, compartir lo que descubres con compañeros… tu trabajo se convierte en tu pasión.

El problema viene cuando esas horas de estudio no dan los resultados que uno espera ya que nuestro paciente nunca viene con un cartel que nos diga la enfermedad que tiene. Otras veces la respuesta al tratamiento no es para nada la que esperas, a pesar de tener un diagnostico correcto.

Te pones a buscar información científica... y te dispersas continuamente, necesitas abrir 20 páginas web, 10 artículos en inglés para terminar con la cabeza como un bombo. Súmale más estrés si lo estás haciendo en la clínica, con los clientes esperando una respuesta, totalmente desesperados.

Entonces se te ocurre la gran idea: ¡voy a buscar un curso especializado en Medicina Felina! O mejor aún, un postgrado… el programa está genial y voy a aprender todo lo que no he visto en la universidad, seguro que así podré solucionar todos mis casos.

Así que te inscribes, llegas a tu clínica con toda la ilusión después del fin de semana de formación, creyendo que vas a poder con todo y te encuentras con… ese caso de enfermedad renal que se sale de lo que has aprendido o un paciente muy descompensado que sigue igual de mal a pesar del tratamiento que has pautado. Pero si esto es lo que me habían enseñado, ¿por qué mi paciente va mal? Es que llevo un montón de pruebas hechas, algunas ni se las estoy cobrando y sigo sin saber por donde seguir… los laboratorios no se mojan y los clientes están empezando a perder la paciencia.

Al final, desgraciadamente, estos casos acaban muchas veces como tú y yo sabemos… es tan frustrante no tener a quien preguntar...

Se supone que eres la persona a la que más le gustan y más sabe de gatos en tu centro, pero es que aún así se te escapan un montón de cosas y no sabes que es lo que falla. Sientes que no estás a la altura de la responsabilidad que tienes, te sientes un fraude, vamos.

Pero...

¿Sabes que todo esto puede cambiar?

Imagínate delante de ese caso que no te deja dormir diciendo: “Tenga lo que tenga, voy a poder llegar al diagnostico y plantear las mejores opciones de tratamiento”.

O pudiendo ayudar a ese compañero con su caso y sentirte un crack total.

¿Verdad que sería genial?

Con trabajo, un buen método y la guía de un buena guía tú también podrás disfrutar de todos tus casos, incluso los más complejos, ya que tendrás seguridad, un montón de herramientas para poder lograrlo y consejos claves que te evitarán muchos disgustos y te ahorrarán mucho tiempo (y por supuesto, dinero).

Verás como desde el principio tus consultas felinas serán distintas: mejorará la comunicación con tus pacientes, tus ideas se irán ordenando y en un tiempo todo ese batiburrillo de información que no sabes cómo aplicar comenzará a tener utilidad en tu día a día en la clínica, ya que tendrás un método (tu propio método) para saber cómo seguir en cada caso.